Lección dormida, lección aprendida

Esta entrada fue publicada originalmente en el blog de OrekaIT


Esto me decía mi madre cuando estudiaba, y eso le digo yo a mi hijo cuando estudia. Y me pareció curioso que Barack Obama hiciera lo mismo cuanto tuvo que tomar la decisión de atacar la casa donde se encontraba Osama Bin Laden, “sleep on it”, dormir y a la mañana siguiente decidir. Por desgracia es un camino que pocas veces podemos tomar cuando nos enfrentamos a decisiones bajo alta presión en nuestras organizaciones.

De hecho, a Obama lo trataron de débil por esperar esas 16 horas a tomar la decisión, aunque ya sabemos que en USA, o eres republicano o eres demócrata, y hagas lo que hagas los otros te van a criticar. Por suerte nosotros no tenemos que tomar decisiones a diario del tipo “vamos a acabar con el mayor terrorista del mundo en un país extranjero”, y está claro que hay cosas que se han de decidir al momento porque afectan al día a día de la empresa, y que podemos resolver de manera eficiente basándonos en nuestra experiencia. Pero hay otras, las más complejas, estratégicas, o que pueden tener un gran impacto en el negocio a las que hay que darles alguna vuelta.

Esta forma de actuar la respalda la ciencia del comportamiento. Maarten Bos, un psicólogo colaborador habitual de la HBR realizó una serie de experimentos para dar a conocer los mecanismos que respaldan esta forma de actuar, especialmente para decisiones complejas.

Bos y sus colaboradores se dieron cuenta que durante los periodos en los que la mente está distraída o no enfocada en un tema en particular, por ejemplo cuando dormimos, hay un proceso que se desencadena en nuestra parte inconsciente que evalúa pros y contras de las decisiones que vamos a tomar. Lo demostraron tomando un grupo de personas a los que les presentaron información sobre automóviles. Algunos coches tenían muchos atributos positivos pero irrelevantes, en cambio otros tenían menos atributos positivos pero mucho mas relevantes para la toma de decisiones sobre que automóvil comprar. A las personas que les hicieron escoger al momento el coche de sus sueños, escogieron los coches con muchos atributos pero poco importantes. En cambio, a los que se les dio una tarea que les distrajese y después se les pidió su elección, escogieron los coches de mas calidad. En definitiva, nuestra mente inconsciente es especialista en diferenciar los datos irrelevantes de los importantes, llegando a soluciones de mejor calidad, siempre que le demos el tiempo necesario.

Por lo tanto, un método para llegar a tomar mejores decisiones puede ser:

1. Obtener toda la información. Hemos de usar nuestra mente consciente para evaluar todos los hechos necesarios. Muchas veces podemos descartar cosas en esta fase, por ejemplo nunca nos compraremos un coche que no podemos pagar.

2. Sleep on it. Esto no ha de ser literalmente dormir, sino distraer nuestra mente consciente del problema para que nuestra mente inconsciente empiece a hacer su magia. Obviamente no podemos echarnos a dormir en medido de la jornada laboral, pero si podemos irnos a hacer footing en el descanso para comer o leer un rato, navegar por internet…

3. Verificar los hechos. La mente inconsciente puede procesar mucha mas información, pero no es tan precisa como la mente consciente. Por ejemplo, nuestra mente inconsciente jamás será capaz de resolver una raíz cuadrada. Una vez nuestra mente de fondo llegue a una conclusión, la hemos de evaluar conscientemente. ¿La decisión puede causar daño? ¿Hemos tenido en cuenta todos los hechos?

¿Qué os parece? ¿Habéis podido comprobar alguna vez este funcionamiento de la mente humana?

¿Crees que eres un buen jefe?

Esta entrada fue publicada originalmente en el blog de OrekaIT


Esta es mi primera entrada en este blog, y lo primero que me gustaría es agradecer la oportunidad que OreKaIT, y en particular a Jose Carasa, me han dado de poder expresar mis ideas.

Supongo que lo segundo que debería hacer es presentarme. No me voy a enrollar demasiado, simplemente decir que llevo 24 años en el mundo de la organización empresarial, relacionada con la informática, liderando proyectos y equipos. Si queréis saber algo más de mí, os emplazo a mi blog personal, que aunque últimamente lo tengo algo olvidado, sí podéis encontrar algunos datos más. O sino podéis acudir a mi perfil de linkedin.

Hoy me gustaría escribir de un tema sobre el que ya he hablado muchísimo, y del que se ha escrito extensamente en miles de publicaciones de todo tipo, pero que considero una buena manera de empezar, y es sobre que significa ser un buen jefe. Durante toda mi vida profesional ha sido una obsesión para mí conseguir ser lo mejor posible en esta materia, esta búsqueda es algo que me define, por lo que empezar con ello me parece de lo más coherente.

Seguro que si preguntáis a personas que tienen mando sobre otras sobre si son o no buenos jefes, os dirán que sí, que son unos genios de la gestión. Si les preguntas porque seguro que darán variadas características de lo que es ser un buen jefe, os cito algunas:

  • Yo sé mucho de la materia que tengo entre manos
  • Yo delego y no hago micromanagement
  • Yo soy un gran comunicador y siempre tengo al tanto a mis equipos de los objetivos a conseguir
  • Yo doy mucho feedback y agradezco el trabajo bien hecho
  • Yo siempre estoy ayudando a mi equipo a conseguir las metas marcadas

Realmente todo esto son razones de peso que hacen que un profesional sea un buen jefe, es innegable.

Pero perdonad, yo encuentro a faltar una muy importante, y es que un buen jefe ha de ser humilde. De esto habla el libro Good Boss, Bad Boss: How to Be the Best… and Learn from the Worst de Robert Sutton. Supe de él leyendo el Expansión hace un tiempo, y pensé que valdría la pena compartir lo que dice.

¿Qué significa ser humilde? Reconocer sus errores y sus limitaciones, pero sobre todo saber escuchar a los que tienen a su alrededor. Sutton propone a las personas que tengan un grupo a su cargo que se haga las siguientes preguntas:

  • ¿Qué sorprende más a mi equipo de mis actos y estados de ánimo?
  • ¿Qué opinan de mi propia competencia y comprensión?
  • ¿Cómo reacciona mi equipo a las grandes y pequeñas cosas que hago?
  • ¿Querrían trabajar de nuevo conmigo?
  • ¿Soy consciente de lo que significa trabajar para mí?

Y si no podemos contestar a la mayoría, mejor será que hagamos lo posible por conocer la respuesta, porque lo más probable es que nos llevemos una sorpresa desagradable. A ver si al final resultará que no vemos nuestros fallos y nos consideramos mejores que los demás.

Estoy de vuelta

Cuanto tiempo, ¿verdad?

Pues si, sigo por aquí. La verdad es que he tenido una larga época de mucho trabajo y muy poco tiempo, y eso me había hecho perder un poco las ganas de escribir.

Pero para eso están los amigos, para hacerte recordar. Jordi, mi colega de buceo, me lo iba recordando. Y Jose, que ahora está en su tierra, me pidió que escribiese para el blog de su empresa, por cierto, se llama OrekaIT y os la recomiendo para proyectos informáticos del entorno Sap y alguna cosa mas.

Ya he hecho dos entradas en el blog de OrekaIT, y he pensado que voy a publicarlas también en mi blog. Así lo mantengo vivo. Y a partir de ahora todo lo que escriba para ellos, una vez me lo publiquen, lo publicaré aquí. No seré muy estricto en las fechas, iré generando contenidos a medida que tenga cosas que contar.

Al final lo que uno espera al escribir en un blog es que la gente te lea, y aunque no he estado muy activo últimamente, la gente ha seguido leyendo mi blog, buscándolo como referencia, y escribiendo en los comentarios. Muchas gracias a todos por seguir ahí.

Nos vemos pronto.

La importancia de hacer buenas preguntas

¿Sabéis cual creo yo que es una necesidad importante que todo líder ha de tener? La necesidad de conectar honesta y sinceramente con otros. Y por lo que se ve, no soy el único que piensa así, John Baldoni en su libro Great Communication Secrets of Great Leaders habla extensamente sobre el tema.

Y una manera de conectar con la gente es hacer buenas preguntas. Si eres capaz de hacer buenas preguntas, serás capaz de entablar con las personas que tienes delante una conversación sincera y enriquecedora. Y no hablo de lo que has de preguntar, sino de cómo lo preguntas.

Por ejemplo, hemos de ser curiosos. No se trata de que solo hablemos nosotros, porque muchas veces eso implica que no nos importa lo que tienen que contarnos las personas que tenemos delante. Era muy habitual en los lideres de generaciones pasadas empezar y acabar ellos las conversaciones, porque creían que eso era síntoma de poder, pero yo creo que es justamente lo contrario, más bien expresa inseguridad en sus propias habilidades, y además corta la información en su origen, o sea, desde las personas que nos la han de dar, nuestro equipo, clientes, proveedores… Ser curioso es esencial para hacer buenas preguntas.

También hemos de ser abiertos, porque así preguntaremos para además de conocer lo que pasó, saber que piensa la persona a la que preguntamos sobre lo que ha pasado. Las preguntas hechas con mentalidad abierta nos pueden prevenir de formar juicios basados en suposiciones, y seguro que nos dan puntos de vista totalmente diferentes.

Y tenéis que mostrar vuestro compromiso con el que habla. Cuando hagáis preguntas, actuad para demostrar que estáis interesados. Pero cuidado, no me mal interpretéis, no tenéis que actuar para estar interesados, sino para demostrar que realmente estáis interesados. ¿Sabéis el dicho ese que dice que la reina no solo ha de ser casta, sino que ha de parecerlo? Pues esto es lo mismo. Vuestro lenguaje corporal ha de demostrar lo que vuestra mente sabe, que estáis realmente interesados en lo que os cuentan, y eso se consigue con gestos de la cara y el cuerpo. La gente no os va a explicar lo que piensan si no están seguros de que lo que os cuentan os importa.

Es importante profundizar en las cosas. El dicho ese de «sin noticias, buenas noticias» no creo que sea una buena política, ya que muchas veces puede significar que vuestro equipo no os cuenta las cosas porque tienen miedo de daros malas noticias, o porque estáis demasiado ocupados y no os quieren molestar. Por lo tanto, cuando la información empieza a aflorar en una conversación, indagar por más detalles sin recriminar a la persona de enfrente. Obtener la historia completa, y sobre todo tener claro que los problemas de vuestro equipo son primero y antes de nada, vuestros problemas.

Y tomaros el tiempo necesario para hacer las preguntas. Hay conversaciones que duran menos y otras que duran más, pero nunca hay que tener prisa en acabarlas antes de lo necesario para obtener la información y demostrar vuestro interés sincero.

Preguntar bien, y en con el espíritu de obtener información de manera honesta, y con la intención de colaborar, es una muy buena práctica para los lideres. Vuestros equipos se han de sentir a gusto discutiendo temas que afectan a su rendimiento y el del grupo. Tenéis que crear los cimientos para que la confianza impere en las relaciones con los vuestros y entre ellos.

Es importante tener al equipo motivado

Pues si, en estos tiempos de crisis es muy importante mantener a tu equipo motivado. Cuando empezamos en un nuevo trabajo, estamos entusiasmados y tenemos ganas de cambiar el mundo. Pero las estadísticas dicen que a los seis meses, si no hemos gestionado bien la moral del equipo, este se habrá desmotivado. Añade eso al estado de desanimo general por la crisis en la que estamos metidos, y tenemos un cóctel bastante explosivo, que no va a dejar que nuestros proyectos vayan hacia adelante. Quien no tiene algún conocido que se ha quedado sin trabajo y no encuentra otra cosa, y quien no piensa que eso me puede pasar a mí.

Y no os engañéis, la culpa de la desmotivación de nuestro equipo la tenemos nosotros, las personas que estamos al cargo de ellos, nada que ver con el entorno. No tenéis que tratar a vuestra gente como personas prescindibles. Tenéis que reconocer las cosas que hacen bien, no solo criticar las que hacen mal. Y tenéis que facilitar su trabajo, quitando las trabas burocráticas, promoviendo la comunicación, delegando, manteniendo una visión para el equipo…

Yo me tomo muy en serio la motivación de mi equipo. Pero para eso he de conocer que es lo que las personas buscan en el trabajo. Obviamente cada una es diferente, pero siempre se basan en tres ejes, con mayor o menor peso de cada una de ellas:

  • Equidad, o sea, respeto e igualdad en áreas como el salario, beneficios, permisos y seguridad en el trabajo.
  • Consecución, o sea, estar orgulloso del trabajo que se hace, de lo que se ha conseguido y de quien nos está dando trabajo.
  • Camaradería, tener buenas y productivas relaciones entre las personas que componen el equipo.

Voy a ir dando algunas ideas para cada una de las áreas, pero antes me gustaría hablar de lo que yo creo que es lo más importante, y es la seguridad. Las personas no han de tener miedo de que si hacen las cosas mal, van a recibir un castigo, o incluso van a ser relegadas. Yo siempre digo lo mismo sobre esto, equivocarme es el privilegio de las personas que hacemos cosas, porque las que no hacen nada, obviamente no se equivocan. ¿Qué es peor, no hacer nada, o equivocarse alguna vez?

Sobre la consecución, es muy importante dar un sentido al trabajo que se hace. Hemos de dar una razón para estar tantas horas en el lugar de trabajo, y muchas veces eso está por encima del dinero, ya que la mayoría de nosotros somos trabajadores del conocimiento. Ayuda mucho tener una misión, en el más puro estilo plan estratégico, y comunicarla muy bien. Por ejemplo, la misión de mi equipo es que somos un departamento de servicio, y una hora de nuestro trabajo puede significar muchas horas menos del trabajo de muchas personas.

El reconocimiento es también muy importante. Todo lo que se hace en un equipo es igual de importante, y todas las contribuciones, sean grandes o pequeñas, han de ser igualmente reconocidas. No vale eso de que te pagan para hacer las cosas, eso ni hablar. Las personas necesitamos reconocimiento, es una necesidad humana, y un reconocimiento a algo que una persona hace seguramente llevará a que esa persona tenga más ganas de conseguir otras cosas. Está claro que una mejora salarial es un muy buen reconocimiento, pero muchas veces esto no es posible, por lo que no cuesta nada dar las gracias, decir buen trabajo, hablar del trabajo de una persona a nuestros superiores, dar una flexibilidad en las horas personales que esa persona necesite en horario laboral.

El jefe ordeno y mando ya no se lleva. Tenemos que ver a las personas de equipo como nuestros clientes, y les hemos de facilitar su trabajo. Les hemos de preguntar cómo les podemos ayudar para que consigan sus objetivos, y si podemos llevar a cabo inmediatamente lo que nos piden, adelante, y si no, hemos de irles informando de cómo vamos progresando en sus necesidades.

Y por último, les hemos de ayudar a mejorar. Muchas veces los líderes de equipo no ayudan a mejorar a sus componentes porque no tienen ni idea de cómo hacerlo. Lo primero que tenéis que hacer es informar a las personas que hacen bien las cosas de que lo hacen bien, porque estas personas están más abiertas a hacer las cosas mejor. Cuando alguien hace algo mal, lo hemos de decir en seguida y buscar maneras de que no vuelva a pasar, las personas queremos saber en qué nos equivocamos. Hemos de ser concretos y específicos en las mejorar a conseguir, y nunca caer en generalidades. Y siempre tener claro cuál es el rol del trabajador, y no salirnos de él.

Sobre la equidad, el flujo de información es muy importante. Uno de los grandes errores en el management es distribuir la información en base a lo que «se necesita saber», o sea restringir el flujo de información. Eso produce una gran frustración, y fomenta los rumores. No hay nada que desmotive mas a una persona que el saber que su líder no tiene confianza suficiente para explicarle las cosas. Las reuniones de dirección han de acabar siempre con un plan para comunicar lo tratado a la gente a vuestro cargo. Y las cosas se han de decir tal como son, sin rodeos y sin adornarlas. Y pensad que muchas veces las cosas se han de decir varias veces para que las personas las interioricen.

Y afrontar de manera directa los problemas de bajo rendimiento en las personas. En general, casi todos queremos trabajar y estar orgullosos de lo que hacemos, pero siempre hay excepciones, y hemos de acabar con ellas de raíz, porque minan la moral y son un freno para que el resto de las personas lleven a cabo su trabajo.

Y con respecto a la camaradería, es muy importante promover el trabajo en equipo. Está demostradísimo que varias personas trabajando en equipo llegan a mejores soluciones a los problemas que las personas trabajando solas. Y hay muchos que trabajamos más a gusto en equipo. Los equipos se han de organizar para que sean autosuficientes, y darles libertad para tomar decisiones de la tarea que llevan a cabo. Tenéis que tener muy claro quien trabaja mejor con quien, y tenéis que promover el flujo de ideas entre los equipos. Los que trabajáis conmigo conocéis mis reuniones de los lunes.

Y para acabar, tenéis que escuchar e involucrar. Vuestros equipos son una fuente inagotable de información, de cómo hacer el trabajo y cómo hacerlo mejor. Tenéis que escuchar, y provocar que os digan lo que piensan y como mejorarían la forma de trabajar. Tenéis que crear una atmosfera donde «el pasado no es suficientemente bueno» y reconocer la innovación. Y tenéis que dar libertad para que las personas de vuestros equipos cambien cosas.

Bueno, yo no sé si consigo que mis equipos estén motivados pero al menos lo intento de la manera que he expuesto aquí.

Muchas de las ideas que aquí explico las saqué ya hace mucho tiempo –mirando mis notas, resulta que todo esto lo aplico desde el 2006, de un artículo de la Harvard Business School llamado why your employees are losing motivation.

Libro The Presentation Secrets Of Steve Jobs

La verdad es que siempre he sentido una cierta fascinación por Steve Jobs y por las cosas que ha hecho. Recuerdo ir al Sonimag, cuando era bastante más joven, al stand de Apple, y pasarme horas usando el ratón con los primeros ordenadores con el interfaz gráfico. Y recuerdo el NeXT, el primer ordenador con un sistema operativo orientado a objetos… Y recuerdo haber leído sobre las idas de olla de Steve en cada una de las empresas y puestos que ha estado, con esa personalidad entre fascinante y desquiciada…

El otro día me propusieron hacer una ponencia en la convención de mi empresa actual, para presentar un proyecto de automatización de la fuerza de ventas usando TabletPC y pensé… ¿Por qué no hacerlo como Steve Jobs en sus keynotes? Recuerdo aquella en que sacaba el MacBook Air de un sobre de esos marrones… Un maestro.

Buscando por la web encontré el libro the presentation secrets of Steve Jobs. Está escrito por Carmine Gallo, si buscáis por la web veréis que es un personaje que se ha especializado en comunicación de empresas, y que asesora a gente muy importante. El libro está muy bien escrito, como si se tratara de una obra de teatro, con tres actos y diferentes escenas en cada uno de ellos -si vais al vínculo de Amazon podéis ver lo que os cuento, y con muchos ejemplos de keynotes y de otras presentaciones de empresa, por supuesto con especial énfasis en las de Apple. Hay muchos detalles por los que vale la pena que leáis el libro, yo aquí os pongo algunos de los que apliqué en mi presentación.

Lo primero es no complicarse la vida con el PowerPoint. Nada de transiciones, ni efectos, ni sonidos, ya que eso solo hace que la gente se distraiga del mensaje que queréis transmitir. Por ejemplo, yo simplemente tomé un fondo negro, y letras blancas, y nada más. Y nada de bullet points, sino más bien frases estilo twitter que expresen mi mensaje, con letras muy grandes.

También es importante la regla de tres. Hay numerosos estudios que demuestran que nuestra memoria es incapaz de retener más de tres o cuatro ideas en nuestra memoria a corto plazo, por lo tanto debéis descomponer lo que digáis de tres en tres. Por ejemplo, cuando hablaba de las características de tabletPC, tuve que quedarme con tres de ellas. Además es un buen método para aprender a sintetizar, porque todos tenemos tendencia a bombardear a los que tenemos delante con cuanto más datos mejor, la regla de tres nos obliga a sintetizar en lo más importante. Y el número tres es muy persuasivo…

Steve Jobs monta sus presentaciones como si fueran una película, y yo hice lo mismo. Lo primero es introducir al villano, en mi caso los problemas actuales que tenemos con los ordenadores actuales. Y después introducir al héroe, en mi caso el tabletPC, que ofrece una mejor manera de hacer las cosas, rompe con lo habitual en el sector e inspira a la gente a innovar, ya que es una solución puntera –y sí, lo saqué de un sobre marrón. También hay que motivar a la gente con frases grandilocuentes, por ejemplo «reinventar la forma cómo interactuamos con el cliente en el punto de venta» que motiven y generen ilusión.

Y hay que responder a la pregunta que más importa a la gente. En mi caso yo creo que es ¿para qué hemos de cambiar? Les dejé muy claro que íbamos a hacer el sistema más sencillo del mundo, con toda la información relevante en cada momento y en tiempo real. Conocía cuales eran los problemas del sistema actual y los utilicé para convencerles de que el esfuerzo que van a tener vale la pena si ven todo lo que van a obtener.

Al final, mi presentación era sobre un ordenador y una aplicación que se apoya en sus características. En algún momento tenía que explicar detalles técnicos, pero en vez de hablar de megahercios de procesador, preferí hacer una comparación para que la gente se haga una idea de que el ordenador es muy potente, por ejemplo les dije que era tan potente como 20 de sus ordenadores actuales.

Y súper importante, ensayar, ensayar, ensayar. Nunca me presento a una presentación importante sin antes haberla ensayado como mínimo 4 veces. La ensayo para mí mismo, y delante de gente de mi confianza. Y si puedo, hago un ensayo en la sala. Además tengo un mando a distancia que me permite pasar las diapositivas y así me puedo mover por el escenario y acercarme a la gente. Y no hay que tener miedo al cara a cara, hay que dejar que la gente te pregunte y contestar abiertamente y con sinceridad, y cortar con energía a aquellas personas que preguntan sobre temas que no están incluidos en la presentación.

Bueno, en definitiva, definieron mi intervención como una «maravillosa presentación», lo cual obviamente me llenó de orgullo. He de decir que a mí me encanta hacer presentaciones, estoy a gusto con el cara a cara, y supongo que eso se transmite a las personas que tengo delante.

Os recomiendo el libro, de verdad que es una fuente de inspiración si os gusta el estilo Steve Jobs. Yo no le hago honor en esta entrada del blog, porque tiene muchísimas ideas aplicables a vuestras presentaciones.

 

¿Qué puede hacer que un blog tenga éxito?

Hace ya días que me planteo que hacer con el blog. Últimamente tengo la impresión de que he entrado en una fase de contenido monótono, que las cosas que explico ya no son interesantes, y que me falta chispa en el contenido. Casi se podría decir que se me ha pegado el estado de crisis que vivimos en los tiempos actuales. Pero a la vez me gustaría seguir escribiendo, porque creo firmemente que un blog te ayuda en muchos aspectos a conseguir algunos objetivos que te hayas marcado, por ejemplo es fundamental para ordenar y organizar tus ideas, te ayuda a ponerte en contacto con otros, a aprender cosas, y a escribir aceptablemente, por ejemplo.

Pero la vedad es que hay blogs que generan tanto tráfico que sus propietarios los llenan de publicidad para sacarse un dinero. Y hay otros que son utilizados para atraer personas a sus propias empresas gracias al número de visitas que les llegan. Incluso hay gente –pocos, pero los hay- que viven de lo que escriben en su blog. ¿Qué hace a estos blogs y blogueros tan famosos, sobre todo si no eran famosos antes de escribir en su blog?

He buscado un poco por internet, y hay muchísima literatura sobre el tema. Consejos de que escribir, como hacerlo, y como promocionarse. Pero sobre todo me han gustado ocho recomendaciones que hace Lewis Howes, y que encontré mediante una entrada en el blog de Guy Kawasaki, que si es un auténtico fenómeno en internet.

La primera recomendación es ser uno mismo. Aunque normalmente la gente que te lee no te conoce de nada, no puedes representar lo que no eres, porque quien te lea se va a dar cuenta y no va a creer lo que digas. Cada uno es como es, y lo mejor es escribir tal como tú eres, sin representar un papel.

La segunda es mantenerse activo en las redes sociales principales. Hablamos de twitter, linkedin y facebook. Promocionar en ellas lo que vas haciendo, las cosas que te preocupan y las que te emocionan. Y unirse a grupos con intereses similares, participando activamente en las conversaciones. Es complicado si tienes un trabajo de tiempo completo, pero hay que intentarlo.

La tercera es dar contenidos realmente buenos. Contenido que haga que la gente hable de ti, que difundan tu mensaje, que te mencionen en sus propias webs. Contenido personal, de tu experiencia, de lo que piensas y lo que sientes, y también externo de calidad.

La cuarta es organizarse bien. Parece una tontería, pero para conseguir mantenerse activo, para escribir cosas de calidad, para promocionar tu trabajo, para contestar a la gente que te escribe, para hacer comentarios en otros blogs, necesitas muchísimo tiempo, y solo lo puedes conseguir si tienes un método para organizarte. En este blog he hablado muchísimo del GTD, pero no es el único sistema. Hemos de gestionar bien el tiempo para que nuestro mensaje llegue al máximo de sitios posibles.

La quinta es ser consistente con tu mensaje. Hoy no puedes estar hablado de una cosa y mañana de otra diferente, u hoy no puedes tener una opinión sobre algo y mañana haberla cambiado del todo. Obviamente todo el mundo puede cambiar, pero lo has de justificar muy bien, sino lo único que consigues es confundir al personal.

La sexta es ser altruista. Quiero decir, has de promocionar y ayudar a otros en tu blog. La generosidad normalmente se devuelve en forma de generosidad, si tú hablas de alguien en tu blog, y lo haces de forma sincera, es posible que esta persona haga lo mismo contigo.

La séptima es no dejarlo todo en el ámbito digital. El cara a cara es importante, has de ir a reuniones, a presentaciones, a conferencias. Intentar estar presente en aquellos lugares en los que se habla de cosas de las que tú hablas. E intentar quedar con las personas que consideras interesantes y mantener reuniones presenciales, no solo por email o chat.

Y por último, la octava, has de ser agradecido. Da las gracias por la inspiración, por los contenidos, por las ideas inspiradoras, por la ayuda, por su guía. Cuanto más agradezcas sinceramente a los demás por su ayuda, más probable es que quieran seguir ayudándote.

Yo añadiría alguna mas, por ejemplo, creo que es importante que tu aprendas algo personalmente en cada cosa que escribas, porque si tu aprendes, otros seguro que aprenden. Y también creo que es muy importante escribir muy a menudo, porque al final las probabilidades de que escribas cosas que a la gente le interesen son mayores cuanto más escribas.

Bueno, yo intento ser yo mismo cuando escribo, aunque supongo que eso lo ha de decir los que me conocen personalmente y leen lo que escribo. Fracaso estrepitosamente en mi actividad en las redes principales, pero estoy intentando mejorar –el tiempo, ese esquivo bien. Sobre los contenidos, pues ya lo he dicho antes, no estoy demasiado convencido con ellos últimamente. Creo que me organizo bien, pero aún y así, no llego a todo. Intento ser consistente con mi mensaje, y creo que en general lo consigo. Ayudar, lo que se dice ayudar, no lo hago demasiado, quizás porque no he encontrado la manera de hacerlo, pero he de mejorar en ese punto. El cara a cara lo llevo fatal, supongo que porque el blog no es mi trabajo principal, y francamente, no veo como mejorar en ese punto. Y el agradecimiento, siempre cito mis fuentes, pero realmente no doy las gracias, y no cuesta nada hacerlo, lo voy a intentar. Aprendo cada vez que escribo algo, pero la frecuencia no es mi fuerte.

De todas maneras, está claro que para conseguir hacer todo lo que Lewis propone se tiene que estar dedicado casi al 100% al tema, e incluso tener gente que te ayude, porque yo tardo una hora en escribir un post como este, sin tener en cuenta el tiempo de documentarse. Quizás mi problema es que le doy demasiadas vueltas a las cosas, y simplemente he de seguir escribiendo de lo que me guste, como un índice de lo que va pasando por mi cabeza o por mis manos.

Gracias a Lewis Howes, hace una recopilación muy concisa y sencilla de lo que se ha de hacer, basada en su experiencia personal, y si os pasáis por su blog veréis que es una persona muy interesante. Y gracias a Mª Ángeles, es mi editora, mi crítica más mordaz, y mi ayudante más importante.

Los expertos, ¿nacen o se hacen?

Hoy estaba organizando capítulos antiguos de la HBR y me he encontrado con un artículo que tenía marcado y que me gustó mucho. Y me viene muy al caso porque de lo que habla es algo que últimamente me planteo.

Vosotros que pensáis, ¿los expertos nacen o se hacen? ¿Pensáis que hay personas que nacen con unas conexiones especiales en el cerebro que, por ejemplo, hacen que sean grandes emprendedores, o grandes directores de empresa? Yo francamente había pensado toda la vida que hay personas que nacen con unas habilidades innatas que hacen que sean capaces de obtener resultados espectaculares en áreas determinadas, y que el tema de practicar y practicar era solo para los deportistas, pero este articulo dice justamente lo contrario, los expertos se hacen, no nacen.

El artículo empieza por definir que es un experto, y lo hace basándose en tres indicadores. Primero, un experto ha de obtener rendimientos superiores a los de sus colegas. Segundo, ha de conseguir resultados concretos –por ejemplo, un cirujano no solo ha de ser bueno con el bisturí, sino que ha de salvar vidas. Y tercero, tiene que haber alguna medida real para definir que una persona es un experto –por ejemplo, en el caso de un cirujano puede ser el número de vidas salvadas. Como curiosidad, el artículo da varios ejemplos que indican que la experiencia no produce expertos.

De todas maneras parece claro que, por ejemplo en el deporte, es muy fácil medir quien es el mejor y quien el peor. Pero ¿Cómo se hace eso mismo en el campo de la dirección de empresa, por ejemplo? Al final, en el mundo de la empresa los criterios de medida no son tan objetivos, y el artículo así lo expresa, no dejando claro el método.

Lo que si deja claro es que la práctica es el motor para conseguir el estatus de experto en un área, pero una práctica deliberada. Me encanta el símil que hace, «vivir en una cueva no te hace un experto geólogo», significando normalmente cuando nos entrenamos, lo hacemos en cosas que ya conocemos y que sabemos hacer, pero la práctica deliberada es siempre haciendo algo que no hacemos bien, o que no tenemos ni idea de hacer, y eso nos llevará a ser el experto que queremos ser.

Pongamos un ejemplo, supongamos que queremos jugar al golf. Al principio intentaremos entender los golpes principales y empezaremos a jugar intentando darle a la bola sin matar a nadie. Iremos practicando el drive, en el green, y jugaremos con otras personas que sean principiantes como nosotros. En poco tiempo –relativo- seremos capaces de darle medianamente bien, y entonces seguiremos trabajando nuestros golpes hasta que estos sean automáticos, y poco a poco iremos pensando menos en los golpes y funcionaremos por intuición, y dejaremos de mejorar automáticamente.

¿Por qué ocurre esto? Porque normalmente en un partido solamente tenemos la oportunidad de hacer un tiro desde una posición determinada, y esto no nos ayuda a corregir los errores. Si cada vez que estamos en una posición determinada tiramos 10 veces, podríamos ver que hacemos mal e intentar mejorarlo. Esto es lo que hacen los deportistas, repetir, repetir, repetir desde las mismas posiciones. Yo vivo cerca del CAR, y muchas veces cuando voy y vengo de trabajar veo a las chicas de natación sincronizada entrenando –si, esas que ganan tantas medallas. Pues esta gente repite y repite y repite durante horas y horas y horas lo mismo. Esto es practica deliberada.

¿Cómo podemos aplicar esto en el mundo de la empresa? Por ejemplo, el carisma es algo que todos creemos necesario para liderar ya que es habitual estar delante de nuestro equipo, superior o colega y tener que convencer de nuestras ideas. Muchos de nosotros seguro que creemos que el carisma es innato, pero de hecho se puede mejorar muchísimo con práctica y un maestro adecuado. La mayoría de líderes carismáticos practican durante horas sus discursos, por ejemplo Winston Churchill lo hacía. También es muy importante pensar lo que queremos hacer y como lo vamos a conseguir, y si no lo conseguimos, analizar en que fallamos para conseguirlo la siguiente vez. Y también es fundamental encontrar personas que te puedan ayudaren el camino, en el deporte son entrenadores, en el mundo de la empresa son coachers. Esto es lo que hacen los verdaderos expertos.

En definitiva, los expertos en un tema determinado se pueden hacer, cuesta mucho tiempo –en el artículo habla de 10 años de media, pero con práctica deliberada y un buen maestro se consigue.

 

¿Hay manera de cumplir los propósitos de principio de año?

El otro día en mi grupo de conversación de inglés hablamos sobre las promesas que uno se hace a principio de año, por ejemplo dejar de fumar, o aprender inglés, o ir al gimnasio… La verdad, yo no acostumbro a hacerme este tipo de promesas –en ingles se llaman «resolutions», porque no creo que haya que esperar a principio de año para decidir cambiar cosas. Yo creo que si hay que cambiar algo, se cambia cuando uno se da cuenta.

La gente normalmente selecciona tres propósitos, y normalmente son mejoras personales. En mi humilde opinión, esos son demasiados propósitos. Se empieza muy bien, alternado los tres, con buena intención, pero al final no se consigue lo deseado. Y no creo que sea porque no tengamos interés, o porque no seamos capaces, sino porque nuestra vida ajetreada, nuestros compromisos, nuestro trabajo, no nos dejan tiempo para tanto.

No recuerdo donde leí una vez, y he de decir que a mí me ha dado buenos resultados, que es mejor seleccionar solo un propósito y enfocarse en el. Y si somos capaces de seleccionarlo bien, os puedo asegurar que las mejoras son espectaculares. Por ejemplo, si nos hacemos el propósito de escuchar a las personas de nuestro alrededor, mejoraremos el sentimiento de equipo con las personas, obtendremos el respeto, y las personas estarán más predispuestas a escucharnos a nosotros.

Si sois de los que creéis en esto de los propósitos y queréis cambiar alguna cosa, podéis seguir leyendo.

Lo primero que hay que hacer es auto convencerse de que vamos a estar mejor si conseguimos el propósito. Os propongo un ejercicio que tenéis que hacer con otros, y que da buenos resultados. Lo podéis hacer con vuestra pareja, amigos, o con vuestro grupo de conversación de inglés. Se trata de visualizar los beneficios que obtendremos cuando consigamos cambiar. Os sentáis en una mesa, y la primera persona explica en una sola frase un beneficio que le producirá en cambio que se propone. Por ejemplo, «si mejoro mi capacidad de escuchar a la gente, escuchare buenas ideas que me pueden ayudar en mi trabajo».

Una vez cada persona ha explicado su propósito y la mejora, empezáis otra vez, con otra mejora del mismo propósito. Y así las veces que podáis, que pueden ser siete u ocho. Y una vez hayáis acabado, podéis hablar de lo que habéis aprendido y de vuestras reacciones.

Este método lo vi un día en un artículo del psicólogo Nathaniel Branden. Y, la verdad, era un poco escéptico sobre su utilidad. Pero una vez puesto en práctica ha de decir que como mínimo te sirve para darte cuenta si el cambio que te propones realmente va a ser beneficioso para ti, y si te das cuenta de que lo es, estás mucho más motivado esforzarte por conseguirlo.

Animo, si alguien lo prueba, que me lo comente.

Ampliación: ahora recuerdo donde vi sobre este tema, fue en un artículo de Marshall Goldsmith.

Que se puede aprender sobre la autoestima en las comidas de Navidad

Ya han pasado las fiestas navideñas, y según mi opinión, por fin han pasado las fiestas navideñas. Yo es que no soy de mucho comer, ni tampoco de quedar por obligación. Además en mi familia, como tenemos parte catalana y parte aragonesa, lo celebramos todo, o sea, no perdemos una oportunidad de sentarnos en una mesa. Por suerte mi familia no es demasiado numerosa –para juntarnos más de 6 tenemos que esforzarnos.

Hablemos de la comida de año nuevo. A mí me gusta mucho cocinar, y además se me da bastante bien –la autoestima la tengo alta, como podéis ver. Hacía ya mucho días que en mi familia me pedían que les invitase a comer y les demostrase eso que digo que sé hacer tan bien, por lo que ese día quedamos todos en mi casa.

Una vez os hayáis decidido, no dudéis.

Mi familia es rara para comer, muy rara. No les gusta casi nada. Yo cocino platillos, cosas especiales, no el típico asado y la sopa. Aún no había acabado de invitarlos y ya me estaba arrepintiendo. Ya me estaba imaginando su cara cuando me viesen salir de la cocina con esas cositas que me gusta hacer. Pero eso no es lo que hemos de hacer, hemos de creer en nuestras capacidades y comunicar al exterior que lo vamos a hacer bien.

O sea, ya me veis a mí los días de antes preparándolos y convenciéndolos de que lo que les iba a preparar estaría muy bueno, y que deberían abrir su mente a nuevas experiencias. Nosotros tenemos una visión, estamos convencidos de que es la buena, y lo hemos de expresar al exterior de manera convincente.

Hay que mostrar coraje hacia fuera.

Aunque tengamos dudas en nuestro interior. Mi familia se pasó los días de antes preguntándome lo que iba a hacer, dudando de si les iba a gustar. La verdad, yo también dudaba de mi capacidad para hacer algo que les guste, pero me armé de coraje y seguí con mis planes originales, porque solo faltaba que les diera la razón antes incluso de que probaran mis manjares.

Yo creo que por suerte no tengo un problema de autoestima. Y también pienso que si quieres liderar, mejor será que no tengas ese problema, o como mínimo que lo ocultes y lo reserves para la intimidad, porque lo más probable es que contagies a tu equipo de tus dudas, y eso no es nada bueno.

No te preocupes de ser absolutamente perfecto.

Cuando hay que preparar una comida de las mías, lo primero es hacer la compra. Buscar los mejores ingredientes, las mejores combinaciones, y menos mal que tengo a Mª Angeles, que se vuelve loca con las cosas que le pido. Al fin lo conseguimos todo.

Y ya llegó el día. Me pasé buena parte de la mañana cocinando, intentando que todo estuviera en su punto. Pero sabéis, en la cocina es muy difícil que todo salga perfecto. En mi caso, algún ingrediente estaba algo verde, el horno no me funcionaba del todo bien, llegaron demasiado pronto a casa y aun no estaba todo preparado. Pero yo quería que todo estuviera perfecto.

En la cocina hay demasiadas variables, tú compras lo mejor, aplicas la receta y esperas que salga bien, pero al final es el gusto de las personas lo que decide. Igual que en las decisiones empresariales complejas, que no existe la buena o mala, tu recopilas toda la información que puedas en un tiempo limitado, analizas las posibles soluciones –un análisis coste beneficio puede ser una gran ayuda, utilizas tu juicio y vas a por ella. La perfección no existe.

Diviértete mientras estás haciendo lo que hagas.

Como yo mientras hago la comida. Siempre he dicho que a mí no me gusta comer, solo me gusta ver como la gente se come lo que yo hago. Si a la gente le gusta, celébralo; sino lo les gusta, otros habrán que les guste. Hazlo lo mejor que puedas, y ya está.

Y aprende a vivir con el fracaso.

Sabéis, al final la comida les gusto a medias. Pero esto mismo que hice a otros les había gustado mucho, por lo que quizás el problema es que a cada persona hay que hacerle lo que le guste, conocer mejor sus gustos antes de liarte a cocinar.

En definitiva, en la cocina como en la empresa, insiste, no ceses en tu empeño, vas a cometer errores, seguro, aprende de ellos y sigue adelante.

Y una reflexión final, la confianza, en contra de la pretensión o la arrogancia, nace de los éxitos conseguidos. Cuanto más hayamos conseguido, más seguros estaremos que lo podemos volver a conseguir. Si yo hubiera dejado de cocinar cada vez que a alguien no le ha gustado un platillo de los míos, no sabría que soy capaz de hacer cosas que a la gente le gusten y que puedo cocinar más o menos bien para los gustos de otros. Pues lo mismo pasa en la empresa y en vuestros proyectos. Cuando no tengáis claro si sois capaces de hacer algo, mirar para atrás y recapacitar sobre todo lo que hayáis conseguido anteriormente, y adelante, cuanto más difícil el reto conseguido, mayor autoestima conseguiremos.