La verdad es que tengo tantos temas sobre los que escribir últimamente, que no sé por dónde empezar. El cambio de trabajo me ha abierto nuevas formas de ver las cosas, y eso unido con los artículos de los últimos números de HBR y algunas aportaciones a mi blog de temas interesantes que la gente me propone, creo que me va a dar temas para dos meses como mínimo. Por lo tanto creo que deberé empezar a controlar mi energía. Aquí siempre hablo del tiempo, pero creo que la energía es complementaria, y le hemos de prestar atención.

En esta entrada empiezo una serie de 4 sobre un artículo de la HBR titulado Manage Your Energy, Not Your Time, que como siempre en esta publicación, te da un enfoque muy diferente de un tema que a todos nos afecta. Se trata de una experiencia que realizaron en un banco de Estados Unidos para intentar aumentar la energía de las personas, tanto en lo profesional como en lo personal, a base de modificar su comportamiento en el día a día, con medidas que ya veréis son muy básicas. Son cosas muy sencillas, que yo personalmente ya había comprobado, como veréis por mis experiencias.

Hoy hablaremos de la energía física. No hace falta que os diga que una mala nutrición, ejercicio pobre, sueño limitado y falta de descanso nos minan la energía, además de disminuirnos la habilidad de controlar las emociones y la atención. Y nuestro día a día muchas veces no nos permite encontrar huecos para llevar a cabo «saludables buenas prácticas».

Dormir como mínimo 7 horas al día el máximo de veces posibles en la semana es muy necesario, pero aun lo es más intentar mantener una rutina de sueño, quiero decir, irse a dormir siempre más o menos a la misma hora. Ya he hablado en otra entrada sobre los ciclos del sueño, porque al final nuestro cerebro es un reloj al que hay que seguir.

El ejercicio físico también es importante, moderado, pero constante. Cada uno ha de encontrar lo que le va bien. Por ejemplo, yo antes hacia mountain bike, hasta que tuve un encuentro muy cercano con el suelo (vaya, me caí y me rompí unas cuentas cosas). Lo que me gustaba de la mountain bike era que llegaba a casa, me cambiaba y salía a hacer deporte, sin perder mucho tiempo. Luego empecé a ir al gimnasio, pero eso significaba buscar sitio para aparcar, cambiarse de ropa, ejercicio, duchase y volver a casa, o sea que estaba más tiempo en los preparativos que en la actividad como tal, y eso me producía sensación de pérdida de tiempo. Ahora me dedico al footing, que me permite llegar a casa, cambiarme y en cinco minutos estoy en la calle corriendo. Al final se trata de que cada uno encuentre lo que le guste y que le vaya bien para su forma de ser, aunque sea simplemente andar a buen paso alrededor de la manzana.

Las comidas… Una de las épocas en las que he estado más cansado fue en uno de los arranques de Sap en mi anterior empresa. Durante una temporada larga no comía al mediodía. Luego descubrí mi error, ya que una de las claves del día es mantener el nivel de glucosa en sangre estable, y con solo dos comidas eso es imposible. Mi recomendación, algo que yo hago ahora, es intentar comer menos pero a menudo, por ejemplo una manzana a media mañana me ayuda a mantenerla estable, y al medio día intento comer ligero, verduras y pescado, y mucha fruta. Pastas y legumbres también son buenas, vamos, como me indica Mª Ángeles, una buena dieta mediterránea.

Y por último, algo muy sencillo, las pausas en el trabajo. El «ciclo ultradiano» de nuestro cuerpo es un ciclo que dura de 90 a 120 minutos, aunque depende de cada uno, en el que nos movemos de un estado de alta energía a otro de baja. Al final de cada ciclo el cuerpo inicia un periodo de recuperación que es poco productivo. Muchos de nosotros los ignoramos y continuamos trabajando, con lo que agotamos las reservas de energía del día. No se trata de hacer pausas largas, sino de calidad, en las que rompamos con lo que estamos haciendo, nos levantemos de la silla y cambiemos el chip unos minutos. Por ejemplo, yo empiezo a las 8 a trabajar, a las 9:30 me tomo un café con un amigo de la oficina, cinco minutos, y hablamos de lo que sea. A las 11:00 me como una manzana, fuera, en el patio, cinco minutos. A las 14:00 nos vamos a comer, y a las 16:30 me compro una botella de agua, que me obliga a bajar a la planta de abajo, donde están las máquinas. Intento seguir esta rutina en mí día a día tantas veces como puedo y me lo permitan las reuniones. Además tengo comprobado que estas pausas muchas veces me permiten llegar a soluciones más creativas a mis problemas, ya que en esos momentos no estoy pensando activamente en ellos, y mi mente inconsciente, de la que ya hemos hablado, encuentra nuevos caminos.

En la próxima entrada hablaremos de las emociones, o sea, de la energía de calidad.